¿POR QUÉ NOSOTRAS NO?
Con
motivo de realizar este análisis para la tarea 3 y acordándome de la situación
de una querida amiga, decidí investigar si la seguridad social paga, al menos,
parte de los pañales que, por uno u otro motivo, son necesarios para personas
que sufren incontinencia urinaria. Y esto fue lo que encontré, corto y pego:
En caso de sufrir de incontinencia urinaria, es
posible recibir una financiación del 90% o del 60% del coste de los pañales por
adultos. En caso de los pacientes que sufren de incontinencia urinaria y no se
encuentran en activo laboralmente, ya sea por jubilación o por baja laboral
temporal o permanente, recibirán una financiación del 90% y solo tendrán que
pagar el 10%. Por otro lado, en caso de ser pacientes que se encuentren activos
laboralmente la financiación solo será del 60% y deberán pagar el 40% del coste
de los pañales.
Primero, deberemos tener en cuenta
que será necesario justificar que el paciente sufre de incontinencia urinaria.
Los casos en los que se justifica es en el caso de ancianos, ya que la
incontinencia urinaria es normal en edades más avanzadas, y en caso de personas
con movilidad reducida. En ambos casos, si se sufre de incontinencia será el
médico especialista el encargado de recetar los pañales.
https://www.elrincondelcuidador.es/
Por su edad, bastantes, o quizás muchas personas, necesitan este tipo de
asistencia y, con buen criterio, nuestra seguridad social se hace parcialmente
cargo de ello. ¡Muy bien! Han de justificarlo, fenomenal. En esa edad es
normal, vale. A gente con movilidad reducida le suele hacer falta, estupendo.
(NOTA: parece que sólo tienen esta casuística “los ancianos”, no las ancianas,
“los adultos”, no las adultas, “los pacientes”, no las pacientes... Y quienes
recetan son sólo “médicos”, y no médicas... Pero dejemos el lenguaje no sexista
por el momento...).
Sin embargo, mujeres en edad menstruante, chicas que estáis empezando con
vuestras primeras reglas, ¿habéis intentado ir al médico a que os receten
compresas? Entiendo que, por un lado,
tenéis la edad; por otro lado, sois mujeres (es decir, si no lo impide
ningún motivo, cada mes saldrá de vuestro cuerpo, vía vaginal, sangre y
endometrio, desde más o menos los 13 hasta más o menos los 45). Creo, además,
que es fácil de justificar... Veo entonces, no sé si seré yo sola, que la
seguridad social no está siendo...justa, ¡por decirlo así! Ni un poquitín por
ciento que nos quitan de tener que usar tampones, bragas menstruales, copa
menstrual, compresas... Nada de nada. ¿Cómo iban a hacerlo si es un artículo de
lujo? ¿Pero cómo se nos ocurre?
No, no vamos a que la médica (o el médico) nos recete algo para poder
seguir con nuestra vida laboral, o escolar, o social, sin gotear ni manchar
asientos ni ropa, ya sabemos que no lo van a hacer. Protestamos, algunas (y con
toda la razón), para intentar que nos bajen un poco más, más que en el 2023, el
IVA. Tendremos que conformarnos, ¿no?
Niñas y chicas jóvenes en edad escolar, sí, tendréis que ir ahorrando,
porque mirad, corto y pego (y traduzco):
On average, women will have 450 periods over their lifetime, which equals 3,500
days spent menstruating. That's over 10,000 period products in one lifetime!
De media, las mujeres
tendrán 450 períodos durante su vida, lo que equivale a 3.500 días de
menstruación. ¡Eso es más de 10.000 productos para el período en una vida!
Es obvio que el fracaso escolar y la
pobreza menstrual están íntimamente relacionados, es imposible que no sea así.
Niñas y adolescentes de hasta 16 años que tienen la OBLIGACIÓN de ir a sus
centros educativos pero no tienen modo de pagarse un paquete de compresas, o han
de alargarlo para dos, tres periodos o más, ¿cómo van a querer ir a sus
institutos, sus colegios?, ¿a pasar vergüenza? Familias que han de elegir si
comer o que sus hijas no vayan al instituto cuando tengan la regla, claro que
hay. A los niños no les pasa, recordémoslo. ¿No es eso una discriminación?
¿Y la educación sexual? Está claro que
ésta ha de comenzar en casa, claro que sí, pero también está en los currículos
de la LOMLOE y, como parte de éstos, la menstruación, un proceso natural como
el llover y que TODAS las niñas (a no ser por excepciones, entiendo por
enfermedad o anomalía) van a tener. Todos los centros educativos, públicos,
concertados y privados (aunque con más razón los públicos) deberían tener este
tipo de productos. Ninguna niña ni adolescente debería verse privada de ir a
sus colegios o institutos, no deberían no poder acceder a sus estudios esos
días de su vida, que son muchos.
Mi centro no es un centro de educación
obligatoria, sino una EOI, y no, no los tiene. Aunque desde los 16 años la
gente se pueda inscribir (y desde los 14 de manera especial), no los tiene, y
debería. La mayor parte del profesorado, del personal administrativo, conserjes
y personal de limpieza, somos mujeres. Y todas tenemos alguna urgencia de vez
en cuando, y quizás no somos lo precavidas que debiéramos, puede ser.
¿Y pudiera ser, me pregunto, que todo
esto esté relacionado con que la salud es un asunto permeado históricamente por
el patriarcado?, ¿que el sesgo machista es omnipresente? No, no puede ser. Es.
Y está demostrado. Y cito la ley, corto y pego:
Los sistemas sanitarios y las políticas de salud pueden
contribuir al incremento de las desigualdades si no se orientan con una
perspectiva de género. El logro de la igualdad en materia de género en el
ámbito de la salud es un proceso que requiere de la actuación de los poderes
públicos.
La evidencia científica ha puesto de manifiesto que
existen diferencias en los factores que determinan la salud de hombres y
mujeres, lo que se traduce en distintas necesidades y servicios sanitarios. Por
ello, deben ser identificadas y tenidas en cuenta las diferencias de género
para conseguir políticas sanitarias equitativas y mejorar la eficiencia y
calidad del sistema.
Orden PCI/462/2019, de 17
de abril, por la que se publica el Acuerdo del Consejo de Ministros de 1 de
marzo de 2019, por el que se crea el Observatorio de Salud de las Mujeres.
¿Por qué la crisis del COVID llevó al
gobierno a reflexionar y a poner un límite al precio máximo de venta de una
mascarilla y no ha meditado, no, para limitar el precio de una compresa?
Reflexiones sobre lo humano, sí, qué bien. Pero cuando sobre el ser humano aún
se piensa en términos del sexo masculino (“el hombre ha hecho esto”, ”el hombre
ha hecho lo otro”, decimos…), cuando aún son principalmente hombres en quienes
se realizan ensayos clínicos, ¿no es obvio que las mujeres seguimos siendo
invisibles? (Y cito a María
Teresa Ruiz Cantero, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública y
coordinadora del Grupo de Investigación de Salud Pública de la Universidad de
Alicante, en una entrevista para un medio de comunicación online. Corto y pego:
Las mujeres han estado fuera de los ensayos clínicos
durante décadas. ¿Sigue siendo así?
Sí, lamentablemente. En los ensayos clínicos se utilizan
voluntarios para evaluar la seguridad y la eficacia de los medicamentos,
vacunas, dispositivos y otras terapias, pero se incluyen más hombres que
mujeres y luego se extrapola el resultado –es decir, el conocimiento científico
que surja del ensayo– a las mujeres. El principal problema de esto se centra en
la efectividad del medicamento, ya que esta puede verse afectada por la
variabilidad hormonal de las mujeres. Nosotras tenemos una variabilidad
hormonal diferente a la de los hombres, dependiendo del ciclo menstrual, y la
respuesta a los fármacos varía dependiendo de la cantidad de estrógenos que se
encuentren en nuestro organismo en ese momento.
https://www.consumer.es/salud/perspectiva-de-genero-medicina-entrevista-maria-teresa-ruiz-cantero )
Y estamos hablando de nuestro país, un
país europeo, del mal llamado primer mundo. ¿Qué pasa en tantos lugares donde
la regla es aún un tema más tabú que en nuestro territorio?, ¿qué pasa en
tantos sitios donde niñas, adolescentes y mujeres que menstrúan no tienen ni acceso
al agua potable? No los olvidemos, por favor.
Repito. ¿No es obvio, señor gobierno, señor seguridad social? ¿Por qué
nuestra menstruación no?
¿Por
qué nosotras no? Señor Observatorio de Salud de las Mujeres, mucho queda por
hacer.
(PD: gracias a la periodista por el
artículo. Le pondría un pero: para la próxima, por favor, use la palabra “el profesorado”)
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